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Es necesario reducir la fuga de capitales

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La formación de activos externos del sector privado no financiero se aceleró en el segundo trimestre del año al totalizar u$s 9.801 millones, 46,7% más de lo registrado durante el mismo período de 2010, según información del Banco Central de la República Argentina (BCRA) (ver gráfico a continuación). Para dimensionar el elevado nivel de dolarización de portafolios de los agentes privados, dicha cifra alcanzada para la mitad del año equipara a todo el superávit comercial estimado para 2011.

 

Para el segundo trimestre del año, el ritmo mensual de dolarización promedió u$s 2.042 millones. Diversas estimaciones preliminares hablan de una profundización de la salida de capitales para el tercer trimestre del año, con un ritmo alrededor de u$s 2.600 millones para los meses previos a las elecciones presidenciales. De sostenerse dicho nivel de dolarización, durante 2011 se habrían fugado un monto similar al de 2008 y las reservas internacionales en poder del BCRA podrían verse afectadas.

 

DOLARIZACIÓN DE PORTAFOLIOS

 

Cabe realizar un análisis sobre los factores que motivaron este comportamiento. En primer lugar, el deterioro de la situación económica a nivel internacional generó, en prácticamente todos los países del mundo, el proceso conocido como ‘‘flight to quality’’. Esto refiere a que, ante el temor por una posible agudización de la recesión en Europa, los agentes privados vuelcan sus portafolios a activos seguros, en este caso el dólar estadounidense.

En segunda instancia, la incertidumbre política que caracteriza a un año eleccionario, en particular por la renovación del Poder Ejecutivo, históricamente contribuye a actitudes defensivas por parte de los agentes económicos, que se traducen en compra de dólares.

 

Por su parte, los grupos económicos, y en menor medida los pequeños ahorristas, poseen expectativas en torno a una posible corrección al alza del tipo de cambio, por lo que dolarizan sus portafolios, esperando futuras ganancias de capital.

De esta forma, concentrados grupos económicos formados en su mayoría por capitales de origen internacional ubicados en distintas ramas de la economía argentina (Bancos, Industrias, Empresas de Servicios Públicos, entre otras) giran constantemente dólares a sus casas matrices. Por su parte, no es despreciable el porcentaje de compra de dólares por parte de los pequeños ahorristas, que apuestan al dólar como reserva de valor.

 

Ante este panorama, el BCRA liderado por la economista Mercedes Marcó del Pont, ha intervenido decididamente en el mercado cambiario durante los últimos meses, para evitar una mayor depreciación del peso argentino respecto del dólar estadounidense. Como los agentes privados tenían una demanda neta positiva de dólares para evitar mayores subas, el BCRA intervino vendiendo reservas internacionales, que se redujeron en u$s 3.000 millones desde el máximo histórico alcanzado en febrero de este año. Cabe aclarar que parte de esa disminución también fue producto del pago de deuda externa con parte de las Reservas Internacionales de Libre Disponibilidad en manos del BCRA.

 

Lo preocupante de la fuga de capitales radica en que es ahorro nacional, producido en Argentina, que se destina a comprar dólares. Es decir, es ahorro que no se canaliza a la inversión productiva ni a generar y/o consolidar empresas ni a crear nuevos puestos de trabajo.

 

Comprar y atesorar dólares significa financiar a tasa de interés cero (que es lo que brinda el dinero) al Tesoro norteamericano. Mientras tanto, existe una gran cantidad de proyectos productivos con serias dificultades de acceso al financiamiento. En particular, en Argentina el sistema financiero bancario funciona deficientemente como distribuidor de recursos.

En efecto, en nuestro país, las entidades bancarias privadas están focalizadas en realizar ganancias con un reducido stock de créditos al consumo (financiando la compra de automotores y electrodomésticos) gravados con elevadas tasas de interés. Su tradicional rol de intermediación entre los ahorristas y los emprendedores, que necesitan el crédito para realizar inversiones productivas, es prácticamente incumplido.

En este sentido, es necesario redoblar los esfuerzos para canalizar el ahorro nacional hacia la inversión productiva. La deficiencia mostrada por los bancos privados deja en evidencia la necesidad de encarar reformas en el sistema financiero local.

 

En primer lugar, es necesario reemplazar la ley nº 21.526 sobre Entidades Financieras, sancionada (con el Congreso disuelto) en abril de 1977 por la última dictadura militar. Dicha ley fue parte del paquete de reformas estructurales implementadas para lograr la liberalización financiera. Utilizando los argumentos típicos de la escuela neoliberal de Chicago, la reforma significó, en la práctica, la eliminación de prácticamente todas las regulaciones sobre el comportamiento de los bancos y la limitación a la capacidad de acción del Estado Nacional.

Por su parte, es necesario que una nueva alternativa brinde al sistema financiero argentino un marco legal más acorde a las necesidades de los clientes, universalizando su acceso, favoreciendo en particular a las PyMEs y limitando el grado de concentración del sistema financiero argentino.

Sin embargo, es importante advertir que para modificar la estructura actual del sistema financiero argentino, una nueva ley de entidades financieras no es suficiente, por lo que debería estar acompañada por un paquete de medidas en el que se incluyeran también la modificación de la Carta orgánica del BCRA y la creación de una Banca de Desarrollo que atienda a las problemáticas específicas de las PyMEs.

 

La prácticamente ausencia de financiamiento privado es subsanado con una amplia variedad de programas públicos de financiamiento para proyectos productivos, impulsados por distintos organismos gubernamentales, tales como el Banco Nación y otros provinciales, el Ministerio de Industria de la Nación, a través de Secretaría PyME, entre otros.

Ante el nuevo escenario de agudización de la crisis internacional y su repercusión en Argentina con el agravamiento de la fuga de capitales, es necesario el establecimiento de mayores controles al control de capitales. También es necesario establecer controles a los capitales extranjeros, en particular, a los capitales golondrinas, que son muy volátiles, lo que complejiza el manejo de la política económica.

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