Comunicados

A 40 años del golpe de estado: memoria, verdad y justicia

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Un 24 de marzo pero de 1976, las tres Fuerzas Armadas integradas el ex general Jorge Rafael Videla por el Ejército, el ex almirante Emilio Eduardo Massera por la Marina y el ex brigadier Orlando Ramón Agosti por la Aeronáutica, pusieron fin al modelo de Estado democrático y sellaron un profundo Golpe de Estado que derrocó al gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón y al de todos los argentinos.

 

40 años han pasado del auto titulado “Proceso de Reorganización Nacional”, la más salvaje y atroz dictadura que tuvo como consecuencia la persecución, tortura y desaparición de más de más de 30000 personas. 

El mencionado terrorismo de Estado, no sólo contó con el apoyo militar, sino que también colaboraron de dicho proceso las dictaduras establecidas en el resto de Latinoamérica, -proyecto que apodaron Plan Cóndor-. Fueron partícipes también: lacomunidad internacional, los grandes grupos de poder y la complicidad de los medios de comunicación.

El disciplinamiento, el salvajismo, el espionaje, las persecuciones, las detenciones y el temor, produjeron el silenciamiento total del país en manos de la maldita dictadura genocida y la violación de todos los Derechos Humanos.

Había comenzado una purga en todos las esferas sociales: desde una limpieza en la Corte Suprema de Justicia, a intervenciones en los sindicatos, desde la prohibición de cualquier actividad política, a la fuerte censura y el ataque hacia todos aquellos considerados una “amenaza” o enemigo “subversivo” para el estado de facto, lo que hoy en día llamamos y consideramos “participación popular”, activistas o simpatizantes de cualquier movimiento de protesta o crítica social, factores elementales para el fortalecimiento la democracia.

Existieron 340 centros clandestinos de detención y torturas distribuidos en todo el país. Entre ellos se encontraban los más conocidos: ESMA, el Pozo de Banfield, el GarageOlimpo y La Perla, lugares de tránsito en donde se interrogaba, torturaba y encarcelaba a los secuestrados antes de ser arrojados al río mediante los vuelos de la muerte o ser tragados por la tierra. 

Según un informe elaborado por la CONADEP (1984) la distribución de los desaparecidos según su profesión u ocupación fueron los siguientes:

o 30% Obreros

o 21% Estudiantes

o 17,8% Empleados

o 10,7% Profesionales

o 5,7% Docentes

o 2,5% Conscriptos y personal subalterno de las Fuerzas de Seguridad

o 3,8% Amas de Casa

o 5% Autónomos y varios

o 1,6% Periodistas

o 1,3% Actores y artistas

o 0,3% Religiosos

No sólo hubo consecuencias civiles y sociales, sino que también acarreó una profunda crisis económica, mediante una batería de medidas económicas de carácter neoliberal que desindustrializaron al país y que concentraron en reducidos grupos monopólicos a la economía, hundiendo a un tercio de la población total en la pobreza.

Por supuesto que quedó en evidencia que las Fuerzas Armadas que habían asumido el poder, pusieron en marcha un plan que terminaría por desmantelar por completo el aparato productivo del país y haría que la deuda externa se incremente a niveles inalcanzables: solicitaron grandes sumas de dinero al exterior en carácter de préstamos que incrementó la deuda país de 8 mil a 43 mil millones de dólares, y que se convirtió por decisión de los dictadores, en deuda pública, es decir, en deuda que tuvimos que pagar todos los argentinos.

El 2 de agosto de 2002, el Congreso de la Nación Argentina dictó la ley Nº 25.633 creando el «Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia» con el objetivo de conmemorar a las víctimas. Tres años más tarde, Néstor Kirchner impulsó que la fecha se convirtiera en un día no laboral e inamovible. 

Recordar estos 7 años oscuros en la historia de nuestro país, es rememorar el dolor, ponerse en la piel de aquellos amigos y familiares, conocidos, y en la de las propias víctimas de la dictadura, pero sobre todas las cosas, luchar por proteger la democracia que logramos recuperar con tanto esfuerzo y sacrificio más allá de cualquier bandera política. La democracia es algo sagrado y que debe defenderse con la propia vida. 

NUNCA MÁS permitamos un levantamiento armado como el del 76, sigamos en la búsqueda de la verdad y la justicia sin perder la memoria.

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