Son de público conocimiento las tragedias relacionadas con el sistema ferroviario argentino. A la hora de pensar en soluciones, el fondo de la cuestión implica un fuerte aumento de inversiones y de control de la actividad a nivel operativo. Indudablemente es el Estado quien puede y debe garantizar un flujo de inversiones que se adecúe a las necesidades de un sistema ferroviario de calidad, en el marco de una Argentina que empieza a transitar la década del Desarrollo. El sistema ferroviario no debe concebirse como un gasto, sino como una inversión directamente relacionada con el quehacer productivo nacional.
Ante los trágicos sucesos de público conocimiento, es menester también que el Estado tenga un control más intenso de la actividad a nivel operativo, concibiendo la operación del transporte ferroviario como un asunto estratégico relacionado con la seguridad nacional. Esto implica un cambio de visión, más controles y la necesidad de un alineamiento más firme de los sindicatos con las políticas de Estado.
Por todo lo anterior, desde el Centro estratégico para el crecimiento y desarrollo argentino (CECREDA) celebramos el control total de la Administración por parte del Estado de la línea Sarmiento de trenes. El sistema ferroviario no es una actividad comercial más. Es un elemento esencial de soberanía nacional. Es en ese marco de pensamiento en el que tenemos que movernos para analizar el sistema de transporte en su conjunto, en una Argentina que necesita que las distancias se acorten para profundizar el camino hacia el desarrollo.
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