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Finalmente, luego de semanas de expectativa, el Consejo Económico y Social dió a conocer un decálogo de principios que orientarán la reactivación productiva de nuestro país. Sectores empresarios, gremiales y el Estado, representado por el Ministro de Desarrollo Productivo Matías Kulfas, acordaron trabajar sobre 10 ejes que definirán las medidas a tomar por la cartera.

Si bien está presentación logra atender a todas las inquietudes del nuevo escenario productivo, deja también en claro que será la acumulación de divisas el factor determinante de la salud que pueda ostentar el plan en su totalidad. Necesitamos exportar más; una macroeconomía estable; promover la inversión privada; y ser cautos con la apertura comercial, dirá en 4 de sus apartados. En definitiva, lo que necesitamos son dólares.

Necesitamos atraerlos y disminuir su salida. Es por esto que resulta menester pensar en dos conceptos que podrías estar ausentes, o al menos difusos, en la presentación del Consejo.

 Es necesario en primer lugar comenzar a planificar un esquema de Inversión Extranjera Directa que contemple los fomentos necesarios que el Gobierno deba otorgar. Desde ya, siempre teniendo presente nuestra soberanía productiva.

La IED propiciará la entrada de divisas al mismo tiempo que genera un escenario de previsibilidad y confianza. Debemos identificar los sectores de la industria más urgentes. Aquellos que cuenten con la capacidad instalada necesaria, la mano de obra más calificada, o atiendan a demandas más voluminosas. Optimizar dichos sectores mediante el desarrollo tecnológico para producir más y de manera eficiente.

Y en este sentido, sentar las bases para un proceso sostenido de sustitución de importaciones. Nuestra matriz productiva tiene un alto componente de insumos importados que demandará cada vez más dólares a medida que aumente la producción. En tanto mantengamos esa lógica no solamente tendremos el problema inmediato de la salida de divisas, sino que además no terminaremos de fortalecer nuestra industria.

Un entramado productivo que está tan sujeto al tipo cambiario podrá sostenerse en la medida que los gobiernos fomenten el desarrollo industrial como base de su modelo económico. Pero bastará un nuevo giro conservador para dejar a nuestras empresas a merced de las preferencias cambiarias del sector primario y el especulativo.

Necesitamos dólares para fortalecer a nuestras empresas, y necesitamos de esas empresas para fortalecer nuestra soberanía. Y también es cierto que necesitamos de todos los sectores productivos. Necesitamos más y mejores puestos de trabajo capaces de robustecer el mercado interno. Necesitamos desarrollar la potencialidad de todas las regiones, de manera inclusiva e innovadora. En definitiva, necesitamos PYMEs produciendo en cada rincón del país.

Mauro González
Empresario Pyme TextilCentro Estratégico para el Crecimiento y Desarrollo Argentino (CECREDA) Miembro CameUnida 

La pandemia actual ha puesto el protagonismo en el rol del Estado nuevamente y mostró las debilidades del mundo en que vivimos. ¿Por qué se da este cambio? Básicamente, porque es el único agente que tiene un rol contracíclico central en las crisis. En las recesiones profundas, el retiro de la inversión privada ahonda la crisis por lo que diversas políticas que apuntan a mantener la economía con cierto nivel de ingreso llevan seguridad a los hogares y empresas, reduciendo daños sobre el capital humano y el capital físico.

En primer lugar, sabemos, gracias a los avances realizados en el campo del Desarrollo Económico, que el Estado puede intervenir satisfactoriamente, elevando el nivel de bienestar de las economías[1], pero nada garantiza el éxito de su participación. (Todaro y Smith, 2011)

Por otro lado, conocemos que la mayoría de los países hoy desarrollados, llegaron a ese estadio por la intervención positiva en sus modelos de desarrollo: ningún país surgió de la evolución “natural” de los mercados, ni de la adaptación pasiva al mercado mundial; pero sí encontraron elites, especialmente en el siglo XX, con conciencia de la importancia del desarrollo educativo y tecnológico y la flexibilidad para adaptarse a las condiciones cambiantes del ambiente interno y externo. (Sevares, 2010)

De este modo, en términos generales, los gobiernos no solo deben procurar intervenir, ya que si no lo hacen la desigualdad se torna cada vez mayor, el ambiente se deteriora peligrosamente, y se cae en trampas de estancamiento de los niveles de vida[2], sino que deben hacerlo de una manera que contemple sus situaciones particulares y su contexto ya que la historia de los casos de crecimiento no ofrece recetas únicas exitosas.

Los gobiernos deben regirse por un modelo de desarrollo acorde a sus objetivos, pero las metas a conseguir requieren mayor acumulación interna de capital, patrones productivos más complejos y una mayor autonomía en el plano innovativo que permita generar economías de escala dinámicas. (Ocampo, 1991)

Adaptarse correctamente al capitalismo actual implica conocer que son dos las dimensiones centrales que interactúan: una infraestructura social de formación e investigación y los recursos empresariales para gestionar en una escala global un producto innovador. Así, el salto cualitativo reside en el cambio en la dinámica interna de acumulación de un territorio en relación con su capacidad de crear conocimiento y de explotarlo económicamente. (Sztulwark, 2017)

Las rentas propias de la innovación implican mayores niveles de progreso técnico que hacen posible lograr avances en la productividad con menores esfuerzos de inversión, beneficiando a los sectores más calificados. Asimismo, el aspecto destructivo de la innovación ocasiona obsolescencia de procesos productivos y calificaciones laborales. De modo que esta dualidad debe ser abordada con políticas adecuadas para que innovación y equidad sean complementarias y no términos antagónicos. (Stiglitz, 1994)

Cada país debe adquirir capacidades que rompan con el monopolio de la explotación del conocimiento por parte de un puñado de empresas multinacionales en ciertos sectores, democratizar los modos de construcción y acceso al conocimiento. No deja de ser llamativo como se etiqueta al sector privado como el motor de la innovación, cuando son los Estados los que realizan un gran aporte financiero en este tipo de proyectos: el conocimiento es una creación colectiva. (Mazzucato, 2020)[3]

Los elementos de planificación requieren articular tanto la fase de creación de conocimiento como la de su explotación económica. Además, esa estrategia tiene que ser consistente con la identificación de senderos de acumulación de alta potencialidad. (Sztulwark, 2017)

En la coyuntura, a medida que algunos países logran recuperarse, se enfocan los cañones a reestablecer el nivel de actividad mediante la inyección activa de fondos públicos en la economía. En este sentido, Mazzucato (2020), establece que es una oportunidad interesante para que esta intervención sea compatible y apuntale soluciones a los problemas estructurales que tienen los países en la actualidad.

La economista señala que los gobiernos suelen socializar los riesgos y privatizar las recompensas en sus salvatajes y que deben imponer un estilo de negociación ofensivo que obligue a las empresas auxiliadas a actuar en favor del interés público, condicionando las ayudas o, de lo contrario, haciendo participes justos a los aportes públicos en futuras ganancias.

En definitiva, no solo nos estamos enfrentando a una pandemia, sino que muchos de los problemas arrastrados desde la crisis financiera de 2008 aún no fueron resueltos: la mayoría de las ganancias del sector financiero no se reinvierten en usos productivos[4], profundizando la creciente desigualdad; y la falta de inversiones a largo plazo en energía verde ha acelerado el calentamiento global[5], se siguen subvencionando empresas de combustibles fósiles y no se establecieron regulaciones obligatorias necesarias.

Las circunstancias centran la atención en el Estado, mostrando que es el único agente con roles indelegables. Es una gran oportunidad para que su accionar busque soluciones de fondo en su estructuras de innovación y productiva, creando conocimiento y explotándolo de un modo coordinado y selectivo. A diferencia de las crisis precedentes, esta hace impostergable afrontar los problemas globales de manera colectiva, la colaboración entre todos debe ser máxima. De lo contrario la esperanza de una economía mejor tiene fecha de vencimiento.

BIBLIOGRAFIA

  • Mazzucato, M. (2020) El Capitalismo después de la pandemia, Sitio Nuevos Papeles. Octubre 2020 Recuperado de: https://www.nuevospapeles.com/nota/el-capitalismo-despues-de-la-pandemia
  • Ocampo J. (1991). Las Nuevas Teorías del Comercio Internacional y los Países en Vías de Desarrollo, Revista Pensamiento Iberoamericano N°20.
  • Sevares , J. (2010). Por qué crecieron los países que crecieron; Argentina, Buenos Aires: Editorial Edhasa
  • Stiglitz, Joseph (1994), El Crecimiento y la Productividad, Editorial Ariel, Barcelona.
  • Sztulwark, S. (2017), Valorización del conocimiento y cambio estructural en una coyuntura de ajustes regresivos Revista Realidad Económica N°308, junio
  • Todaro, M. y Smith S. (2012), Economic Development, edición n°11. Editorial Pearson

[1] Las principales contribuciones heterodoxas atañen a un diverso tipo de fenómenos: problemas de coordinación, competencia imperfecta, rendimientos crecientes, mercados incompletos, conflicto distributivo, etc.

[2] El carácter potencial permanente de los efectos de estas problemáticas hace que el Estado deba evaluar su intervención de modo recurrente.

[3] Medicamentos, Internet, nanotecnología, energía nuclear, energía renovable son apenas ejemplos de esto. Para modificar esta narrativa y otras Mazzucato (2020) propone la creación de un dividendo ciudadano progresivo que haga tangibles las ganancias de las inversiones públicas.

[4] En la última década, las empresas de Fortune 500 han recomprado más de 3 billones de dólares en sus propias acciones, gastos que podrían destinarse a innovación, salarios y capacitación. (Mazzucato, 2020)

[5] El Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU ha advertido que al mundo le quedan apenas diez años para evitar sus efectos irreversibles. (Mazzucato, 2020)

Pablo B. Añes
Licenciado en Economía (FCE-UBA) Maestrando en Desarrollo Humano (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales)
anespablo@gmail.com