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¿Cómo pensar a la Argentina en el marco de las rupturas y continuidades del capitalismo mundial?

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El Centro Estratégico para el Crecimiento y Desarrollo Argentino (CECREDA) publica el informe “Rupturas y continuidades del capitalismo actual, ¿como pensar la Argentina en este marco?” realizado por el Lic. Pablo Blas Añes. Este escrito detalla las características actuales del capitalismo, contrastándolo históricamente y analizando cuáles son las propiedades que logró mantener o modificar a lo largo del tiempo. A su vez, sumerge la situación argentina en este análisis internacional, a fin de darle respuesta a los problemas económicos que acucian al país.

Situación internacional

Mayor que el cambio producido mediante el paso del feudalismo al capitalismo, fue la transformación del poder capitalista disperso al concentrado. El aspecto esencial de esta transición es la fusión del Estado y el capital, que se realizó de forma exitosísima en Europa. El anverso de este proceso ha sido la competencia interestatal por el capital en busca de inversión, competencia que se mantiene hoy por hoy.

El Instituto Federal de Tecnología de Zúrich realizó un estudio abarcando más de 43 mil compañías transnacionales, develó que sólo 147 de ellas controlan sociedades que concentran el 40% de los ingresos corporativos mundiales, siendo la mayoría instituciones financieras. Tal es así que, este poder desproporcionado sobre la economía global, les permite ejercer posiciones de poder que afectan la competencia del mercado y la estabilidad financiera mundial.

Además de la evidente concentración, hay otro problema que se cierne sobre la economía global: la desaceleración de la productividad. En la Edad de Oro se presentaba el crecimiento era de entre el 3 y el 4%, en el Neoliberalismo 2-3% y ahora, en esta nueva fase, se encuentra en un nivel del 1-2%. A ello se le suma la contaminación ambiental.

Como si el panorama no fuera lo suficientemente negativo, también se tiene que hablar de la desigualdad de ingresos. El índice de Gini entre países mejoró, concentrado en China e India, principalmente. Pero la brecha absoluta de ingresos continúa incrementándose, dado que los niveles son muy dispares. Esta brecha, al ser de una magnitud sin precedentes, lleva a pensar que el pasaje de hegemonía entre países será a un ritmo extremadamente lento.

Argentina y la región latinoamericana

En términos de niveles, la productividad industrial argentina promedio en 2012 fue más elevada que la de otros países latinoamericanos, como Colombia, Brasil, México o Chile. Pero a su vez, fue un 37,9% de la estadounidense y la brecha con los desarrollados es relevante. Ésta se traduce en recurrentes déficits comerciales, que de no mediarse por cambios fuertes en la estructura productiva, llevarán inevitablemente al ajuste vía restricción externa. El ajuste y ésta constituyen un techo constante al aumento de los salarios; el impacto sobre el nivel de éstos de los aumentos de la productividad y de la intensidad del trabajo son neutralizados por los efectos de la competencia mundial.

Respecto de la relación entre los países latinoamericanos y China se evidencia cierto potencial para la cooperación tecnológica y científica, que puede producir una elevación del valor agregado. Las metas compartidas de quebrar barreras y monopolios tecnológicos mundiales pueden conseguir campos de aproximación; pero, uno de los problemas para la región es que no realiza acuerdos de forma unificada con China, punto que favorece a la potencia oriental.

Otro problema a sortear por la región, a nivel internacional, es la fuga de capitales, fenómeno que perjudica principalmente a los países en desarrollo. Buena parte de las ganancias de los últimos años escaparon de estas jurisdicciones. Argentina presenta, de forma estructural y persistente, fuga de capitales desde los ‘70s. Esto se debe a que se constituyó como un modo de acumulación de capital arraigado en el poder económico concentrado, así es como, se mantiene un piso mínimo de fuga de capitales que no reconoce crisis alguna y produce una creciente restricción para la formación de capital productivo.

En fin, el problema no es el crecimiento, sino el tipo de crecimiento, que puede recrear una estructura dependiente y muy desigual. Debe incluirse un proceso de industrialización que no puede realizar todas las actividades, pero sí elegir ramas e integrarlas verticalmente, lo que supone extraer excedente y hacer inversiones estratégicas. Las políticas productivas tienen que contribuir a una estructura productiva homogénea e interconectada para mejorar la distribución del ingreso y facilitar flujos de información desde los sectores de punta a los más rezagados.

La solución factible al problema de la pobreza radica en crecer aceleradamente con mejoras en la situación distributiva. Para lograrla hace falta implementar políticas educativas, industriales, científicas y tecnológicas que permitan transformar la estructura productiva, logrando que la población consiga empleos de mayor productividad y más innovadores, que apuntalen la competitividad estructural en sectores expuestos a competencia externa y, asimismo, generar más rentas innovativas.

Para leer el informe completo, hacer clic aquí. 

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