Un poco de historia. El estado actual en el que se encuentra el proceso de acumulación capitalista se caracteriza fuertemente por una nueva división internacional del trabajo, donde se rompe aquella dualidad entre países exportadores de manufacturas y países exportadores de materia prima, y se crea una red internacional más compleja de entramados industriales.
De esta forma, a partir de los ‘60s, pero más fuertemente a finales de los ’70s y los ’80s, las diferentes etapas del proceso de producción industrial (desde la investigación y desarrollo de nuevos productos, y las fases de distintas complejidades tecnológicas) se encuentran localizados en diferentes ámbitos nacionales. Esto es lo que la literatura económica llama Cadenas Globales de Valor (CGV).
Para entender por qué históricamente surgen las Cadenas Globales de Valor, debemos detenernos un momento en el contexto tecnológico que se dio luego de la segunda guerra mundial, principalmente en Estados Unidos. La fuerte presión geopolítica que significó la segunda guerra y la guerra fría tornó de dirección las políticas tecnológicas del país hacia objetivos militares estratégicos. Así es como, el gobierno de Estados Unidos desembolsó gran cantidad de financiamiento hacia sectores académicos y productivos con el fin de producir tecnologías relacionadas a la defensa. De estos proyectos surgieron las tecnologías más importantes del siglo XX, principalmente los semi-conductores, circuitos integrados, el integrador numérico, etc., que significaron una nueva revolución industrial a partir de la automatización de gran parte de la manufactura.
Estos nuevos procesos productivos permitieron la simplificación del trabajo y, con ella, la capacidad de localizar la producción en ámbitos nacionales que presenten ventajas comparativas. Ése fue el caso del sudeste asiático, donde el perfil de la mano de obra menos calificada, pero más barata y disciplinada, presentó grandes ventajas para la deslocalización de los procesos más simples, primero hacia Japón, luego Corea y Taiwán y, por último, China.
Es así como queda conformado el mapa mundial, donde los procesos de investigación y desarrollo más importante quedan localizados en los países más desarrollados, mientras que la manufactura se traslada al sudeste asiático. No obstante, es importante remarcar que si bien en un inicio fue la manufactura más básica la trasladada bajo salarios más bajos, paulatinamente cada vez más se trasladaban procesos tecnológicos más complejos. De esta forma países como Corea que hacia los años ‘70s estaban volcados a tareas básicas como el ensamble, empezaron a manufacturar productos más tecnológicos, como procesadores y circuitos, por lo que el ensamble fue trasladado a China a partir de los ‘80s.
Sin embargo, este modelo de acumulación dejó una gran huella en las potencialidades de crecimiento de Estados Unidos. Ello se produce porque las políticas tecnológicas y de innovación se orientan hacia nuevas ramas donde un número reducido de empresas logran captar la mayoría de los beneficios y, a partir de la lógica de deslocalización, generan que grupos obreros con ciertas cualidades no puedan reincorporarse al mercado de trabajo, produciendo una gran masa de desempleo.
La tensión entre el progreso tecnológico y el desempleo logra menguarse mediante un crecimiento exponencial de la producción, pero entrado el siglo XXI, la sobreproducción se hacía inminente. Las crisis financieras fueron la expresión de cómo esta tensión explotaba y, si bien la crisis del 2008 se convirtió en “la crisis que no fue”, en los últimos la situación internacional muestra cómo este fenómeno va tomando forma.
El presente de Estados Unidos:
La situación de la deslocalización y el creciente desempleo y estancamiento de Estados Unidos generó una fuerte expresión política en las pasadas elecciones, donde el perfil del votante de Donald Trump fue el obrero víctima del giro productivo de los últimos 40 años. Si analizamos los números, cerca de 14 millones de puestos de trabajo se perdieron en EE.UU. en la última década, lo cual explica el cambio importante en el signo político de varios votantes y de los puntos principales de la campaña electoral, llamando a una derecha nacionalista. De esta forma, el caballo de batalla más importante de la campaña de Trump estaba en vistas de volver a generar capacidades productivas en el país para generar mayor empleo y crecimiento de la productividad y competitividad. Líneas como “I´m going to bring jobs back to the United States like no one else can” no podían faltar en cada uno de sus discursos.
En la jerga económica esto es lo que se llama “reshoring” y es la vuelta de aquellos sectores manufactureros a los países que en los últimos años se especializaron en la producción de innovaciones y nuevos productos. Alguna de las políticas más eminentes están dadas por los tratados de comercio multilateral, en especial el TTP (Trans-Pacific Partnership), acuerdo que según la campaña de Trump, implicó la pérdida de empresas manufactureras en EE.UU., dificultó la capacidad de exportar, al mismo tiempo que la importación crecía a ritmos gigantescos . Las reformas en políticas de comercio serán claves, aunque los resultados medidos en la vuelta de la manufactura a EE.UU. son inciertos.
Un punto interesante para analizar es cómo repercutirá este cambio de gobierno en Argentina, principalmente en la línea que el Plan Productivo Nacional diseñado por la actual gestión apunta la planificación económica de nuestro país. Los puntos más importantes están orientados hacia el financiamiento (endeudamiento) externo y la inserción en Cadenas Globales de Valor en el sector agroindustrial y en los eslabones de servicios profesionales. Estas estrategias están montadas fuertemente bajo supuestos de condiciones internacionales óptimas y una expansión de las Cadenas Globlales de Valor. Las futuras políticas de EE.UU. y otros eventos como el Brexit señalan, claramente, una amenaza frente al endeudamiento barato que caracterizó este último año y una vuelta de proteccionismo nacionalista que implica un retroceso en el desarrollo de las CGV. De esto podemos observar que las políticas económicas que fueron planificadas en nuestro país serán fuertemente ineficientes frente al nuevo contexto internacional.
A modo de conclusión, existe la evidencia para sostener que empiezan a revertirse las tendencias que fueron dominante durante más de 40 años, generando un nuevo contexto internacional que se presenta bajo un cúmulo de incertidumbres. Las tensiones geopolíticas que presenta el “reshoring” y la frontera tecnológica de cara a la cuarta revolución industrial (Industry 4.0) que cambiará radicalmente la forma de producción en los próximos diez años, moldearán una nueva forma de acumulación, en la cual países subdesarrollados deberán repensar sus estratégicas industriales y tecnológicas para no caer en las amenazas que presenta el futuro.
Lic. Diego Cúneo
Secretario de Economía
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