Economía

El antes y el después del cepo cambiario con el cambio de gobierno

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Para entender la función que tuvo el cepo cambiario durante los últimos años debemos primero hacer unas notaciones sobre la teoría detrás de las devaluaciones y sobre la relación entre crecimiento y restricción externa.

 

Como se dijo en notas anteriores existen dos formas de ver a las devaluación. La primera es la visión tradicional, o, desde mi punto de  «ingenua» que es la de la devaluación virtuosa. Bajo esta perspectiva una devaluación significa un incentivo a la exportación y una desincentivación a las importaciones. Esto llevaría a un cambio en la composición de la demanda  de nuestros bienes, ya que existe una sustitución de demanda externa por demanda interna y de la estructura de producción, al existir otra suerte de sustitución entre insumos externos e internos. Esta visión concluye que no necesariamente debe haber un ajuste del ingreso para solucionar los problemas de la balanza de pagos, ya que la devaluación podría muy bien no ocasionar recesión o incluso, en algunos casos, generar crecimiento.  

La otra visión, que podemos llamar estructuralista, tiene una perspectiva contraria, la relación entre devaluación y balanza de pagos. Por un lado, un país basado en exportaciones agrarias, no encuentra mayor incentivo en un nivel de tasa de cambio mayor, al mismo tiempo que la competencia de precios (que no es otra cosa que la aplicación de salarios bajos) es incompatible con la historia argentina. Por el otro, las importaciones productivas son un porcentaje fijo del producto nacional ya que es imposible, en el corto y mediano plazo, sustituir insumos importados por otros nacionales. Es así como una devaluación sólo puede corregir la balanza de pagos mediante una recesión económica.  Menor producto significa menor importaciones mientras que las exportaciones quedan fijas ya que la demanda internacional de bienes agropecuarios está dada. 

Pero, ¿por qué es necesario devaluar?

A medida que una economía como la nuestra crece, el sector industrial empieza a desarrollarse por lo que su peso en las importaciones es cada vez mayor. Esto se debe a que en una economía en desarrollo la mayoría de los bienes de capital e insumos deben ser comprados en el exterior. Si pensamos en el crecimiento económico entre 2003 y 2011, el nivel de importaciones creció a un ritmo muy acelerado, mientras que las exportaciones no lo hicieron (sobre todo si pensamos la baja de los precios internacionales de los bienes agropecuarios).  Eventualmente, debido a dicha estructura productiva nacional la balanza comercial empieza a hacer mella, provocando un ahogamiento externo. Las reservas y la exportaciones no logran cubrir lo q se necesita para seguir creciendo.  

Dejando de lado posibles discusiones de como se podría haber evitado una situación así, sabemos que no sólo las importaciones productivas explicaban la salida de dólares de nuestra economía. El ahorro en dólares, la especulación financiera, la fuga de capitales, etc., fueron crecientes en los últimos años, aumentando el proceso de disminución de las reservas nacionales. El cepo cambiario se aplicó en este contexto para poder diferenciar el tipo de cambio de las importaciones productivas y de los usos no productivos de la compra de dólares, encareciendo y limitando éste último para su desincentivo. En otras palabras, si el cepo cambiario no fuera aplicado se hubiese necesitado devaluaciones más profundas que llevarían a una aceleración de la inflación, disminución de poder de compra y recesión económica. El objetivo de pleno empleo y salarios altos que caracterizó al último gobierno hizo que la aplicación del control cambiario una política acertada. 

¿Por qué el nuevo gobierno quiere levantar el cepo? 

Esto se responde en dos dimensiones distintas. La primera es puramente política y trata de la campaña mediática sobre la “pérdida” de libertades individuales que implica la existencia de un cepo cambiario, sumado a un gran número de críticas sobre las cosas que se hicieron “mal”, en especial relacionado al déficit público, como la inflación. (1)

En segunda instancia es una dimensión económica. El objetivo del próximo gobierno es la baja del salario real, para poder planchar los precios y crear estabilidad mediante un ajuste del déficit público. Una fuerte devaluación es un mecanismo perfecto para lograrlo, ya que por un lado es fuertemente inflacionaria, y por el otro, contractiva. El salario pierde poder de compra y el aumento del desempleo pone a los sindicatos en una peor posición de negociación. La belleza de este mecanismo es que puede adjudicarse como consecuencia necesaria del anterior gobierno, cosa que no resiste lógica económica alguna. Con la megadevaluación ya no es necesaria una política de cepo cambiario, ya que la balanza de pagos se verá acomodada, y a su vez, el mecanismo de recesión se ve fortalecido sin la traba del cepo cambiario. Los capitales podrán girar utilidades sin ningún impedimento al exterior y la fuga de capitales es libre. Claro está, que el precio del dólar será más caro, y con una disminución del salario real, este será más inaccesible a los trabajadores, por lo que el levantamiento del cepo cambiario creará una situación donde será más difícil para dicha clase que lo que fue durante finales de 2015, paradójicamente contrario al discurso del candidato elegido para 2016. 

Diego Cúneo
Analista Cecreda

 

1- La visión de la oposición es que el déficit público implica un aumento de la emisión monetaria, lo que desencadena un proceso inflacionario. Este produce que el peso argentino se aprecie, haciéndole perder al país competitividad, fomentando importaciones y creando inestabilidad macroeconómica que implique dolarización y fuga de capitales. El autor considera que esta visión es fundamentalmente incorrecta, en principio en tres puntos. 1) El mecanismo por el cual la emisión monetaria desencadena inflación es por medio de la creación de una mayor demanda, la cual no puede ser satisfecha ya que se encuentra en una situación de pleno empleo. Este escenario es imposible para la Argentina en la que nos encontramos. La fuente de la inflación se encuentra prioritariamente en la puja salarial por parte de trabajadores que se encuentran en una mayor posibilidad de negociar debido al aumento del empleo resistiendo la pérdida de poder de compra de las sucesivas devaluaciones. 2) Esto implicaría que la oferta monetaria se acomoda al aumento de los precios y no que los precios se acomodan al aumento de la oferta monetaria, produciendo inflación. La causalidad entre oferta monetaria y precios se revierte totalmente. 3) Todo esto explicaría que la inflación se produce por el crecimiento económico impulsado principalmente por el gasto del estado, que llevó a niveles altos de empleo y de salarios. De esta forma, es imposible pensar en un proceso de crecimiento e inclusión social sin una contrapartida inflacionaria en la estructura productiva nacional actual, la cual necesita de mucho más que 12 años para poder transformarse para evitar ahogamiento externo. 

 

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