El pasado 1 de abril comenzó la preinscripción para los beneficiarios del Programa Ellas Hacen. El programa en cuestión se ubica dentro delmarcodel Programa “Ingreso Social con Trabajo”, más conocido como “Argentina Trabaja” y cuenta con interesantes particularidades que permiten analizar el rol del Estado en la economía y en tanto garante del bienestar de la población.
Desde el 2003 Argentina viene teniendo un continuo proceso de recuperación del empleo,que ya ha sido largamente estudiado. Uno de los mayores objetivos del Estado durante los últimos 10 años ha sido generar las condiciones para la existencia de un mercado de trabajo dinámico y que integre en lugar de expulsar trabajadores, contrario a la lógica que predominaba en los 10 años previos. De todas formas,aún existen sectores dentro de la población que cuentan con obstáculos objetivos para acceder a los puestos de trabajo ofrecidos por el mercado, lo que redundaen desventajas comparativas para los mismos. A finde atender las particularidades de uno de estos sectores es que el Gobierno Nacional ideó y dio inicio al programa “Ellas hacen”.
Ellas Hacen se inscribe dentro y amplía el Programa “Ingreso Social con Trabajo”, más conocido como “Argentina Trabaja”, que promueve la creación de Cooperativas donde los socios se encargan de realizar diversos trabajos, por lo general relacionados a la infraestructura del barrio en el que se encuentran insertas. El Estado también se ocupa de la capacitación de los cooperativistas.Los beneficiarios no sólo cuentan con salarios sino que, gracias al monotributo social, aportan a su jubilación. El programa cuenta con una interrelación creciente con Universidades Nacionales que permiten una mayor capacitación a los socios.
Argentina Trabaja se orientahacia personas en situación de vulnerabilidad, sin ingresos laborales ode otro tipo. En el caso de Ellas Hacen lasdestinatarias directas serán 100.000 mujeres que cumplan con los siguientesrequisitos: tener tres o más hijos menores de 18 años y/o con discapacidad, por quienes se percibe la Asignación Universal por hijo; estar a cargo del hogar; encontrarse sin trabajo y, por último, vivir en una villa o barrio emergente.
Al llevar a cabo programas de este tipo, el Estado comprende que no todos partimos desde el mismo punto ni contamos con las mismas posibilidades. Las diferencias de recursos materiales, sociales y simbólicos, son una característica inherente a las complejas sociedades modernas, entre ellas la argentina. Negar esto sería negar la realidad.De ahí a pensar que los pobres lo son “porque quieren “o porque no les gusta trabajar hayun paso. Uno de los objetivos del Estado es limitarlas diferencias que existen en las sociedades capitalistas, para asegurar que todos tengan posibilidades de desarrollarse.
Un programa a gran escala
Es de destacar la masividad a la que apunta el programa. Los números impresionan, no sólo por sus valores absolutos, sino porque implican un incremento de aproximadamente el 50% en los beneficiarios del Programa Argentina Trabaja –alrededor de 200.000 en la actualidad-. Esta información alcanza para desmentir a quienes acusan al Gobierno Nacional de fomentar el desapego al trabajo o inundar de “planes”con fines electoralistas. La población económicamente activa (o PEA), que es la suma de las personas ocupadas y desocupadas del país, ronda alrededor de 18,7 millones de personas. Si se tiene en cuenta que Argentina Trabaja es el programa más importante y el que mayores ingresos otorga, se podrá ver que hasta el momento el 1,069% de dicha PEA es beneficiaria del mismo. Cuando culmine la inscripción a “Ellas Hacen” ese porcentaje subirá al 1,604%. El mercado de trabajo argentino es quien absorbe a quienes desean trabajar, no el Estado, que cumple su función igualadora y redistribuidora colaborando con quienes se encuentran en la situación de mayor vulnerabilidad y por ende no han podido integrarse con plenitud previamente al mercado laboral.El Estado cuenta con otros programas sociales de importancia, pero sus objetivos son diferentes. Medidas como la AUH y el plan “Manos a la obra”, por poner ejemplos paradigmáticos, no tienen características salariales ni laborales, sino que sus objetivos pasan por asegurar el correcto desarrollo de los niños en un caso y el financiamiento de emprendimientos productivos en el otro.
El rol del Estado en programas de este tipo manifiesta una postura clara de apoyo al trabajo, no sólo como dinamizador de la economía, sino como una forma de recuperar la dignidad del trabajoy que las personas se puedan realizar e integrarse satisfactoriamente en el circuito productivo.
Las críticas de siempre
La modalidad de inscripción es personal, en oficinas de Anses o en diferentes sitios habilitados por la Agencia para tal fin. Siempre que se plantean programas masivos de este tipo, se escuchan críticas de los sectores más reaccionarios, en referencia al supuesto peligro de “clientelismo” que conllevan. En este caso, como en otros, los temores son infundados. La inscripción no la realizan “punteros” barriales, y por ende no pueden elegir beneficiarios. Suponer que labor de promoción o información que llevan adelante los referentes barriales es lo mismo que clientelismo, es desconocer las lógicas del trabajo territorial que se realiza en los barrios humildes. Las mismas criticas de clientelismo y listas armadas se escucharon en 2009 cuando se anunció la AUH, sin embargo al día de la fecha todos los beneficiarios se encuentran cobrando con tarjetas de débito y su relación es directamente con el ANSES y las escuelas donde mandan a sus hijos.
Otro tipo de críticas resultan aún más endebles. Son aquellas que dicen que el Estado paga esos sueldos con la plata “de la gente”, o afirmaciones por el estilo. Lo cierto es que, efectivamente los recursos salen del Estado, pero no bajo un impuesto excepcional o similar, sino de sus ingresos previstos. Decidir en quién, cómo y con qué objetivos, es una decisión política, y afortunadamente el Estado recuperó esa capacidad que nunca debería haber cedido. Actualmente el Gobierno Nacional promueve medidas “contracícilicas”,es decir, en medio de una crisis internacional, cuyo epicentro ni causas se pueden ubicar en Argentina o América Latina, elEstado apuesta a inyectar dinero para que la población más vulnerable pueda consumir y mantener un nivel de bienestar. Asimismo ese consumo genera más trabajo –y bienestar- en otros sectores de la economía. Cuando, ante los primeros ribetes de una crisis internacional –como este caso- o nacional, en otros momentos se acudía a la remanida solución de ajuste y solicitud de crédito en condiciones desfavorables –no siempre en ese orden, casi siempre juntos-, ahora el Estado apuesta a recursos propios para asegurar trabajo y consumo.
Se suele obviar otro punto en políticas de este tipo. Estas medidas son fuertemente redistributivas, ya que orientan los recursos a los sectores que menos tienen. Estos sectores suelen consumir la totalidad de sus ingresos.Por tanto, el Estado recupera parte de lo aportado en forma casi inmediata a través del cobro de impuestos al consumo. Y lo sigue haciendo a medida que ese dinero ingresa al circuito económico.
Integralidad y apuesta a futuro
Uno de los puntos centrales en este programa es la integralidad a la que apuntan. No sólo es necesario que los hijos a cargo de quienes ingresen sean beneficiarios de AUH –con lo que se asegura la escolaridad y la revisión médica- sino que apunta a otros dos objetivos: la inserción barrial y la capacitación. Los trabajos a realizar se orientarán fundamentalmente a la infraestructura, el equipamiento y el saneamiento integral en los barrios, lo que redunda en un mejoramiento de las condiciones de vida, no sólo de las trabajadoras, sino de todos los habitantes del lugar. Por otro lado, el programa pide como requisito la obligatoriedad de la finalización de estudios, ya sean primarios o secundarios –mediante la articulación con el Plan Fines- conel objetivo que las mujeres puedan contar con mayores capacidades y actuar en el mundo laboral en mejores condiciones, y por qué no, planear sus propios proyectos, para lo que podrían hacer uso de los créditos para microemprendimientos como “manos a la obra” y las mismas capacitaciones del Programa o las articuladas con Universidades Nacionales.
Cristian Silva
Analista de Cecreda