Notas de Opinión

Evolución demográfica

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LA ARGENTINA DE MAÑANA: apuntes para saber cuántos y cómo seremos. Existe una clara relación entre la dinámica demográfica de una población y su nivel de bienestar. Para planificar o simplemente comprender el futuro de una sociedad durante los próximos años, es imprescindible saber cómo se desarrollará su demografía.

En Argentina, a diferencia de otros países, sobre todo los que cuentan con mayor desarrollo, no se ha prestado demasiada atención a esta relación. A estas alturas, planificar suponiendo que la población se mantiene inalterable a través del tiempo es brindar ventajas. Argentina se encuentra en un momento histórico particularmente importante al respecto.

La División de Población de la Comisión Económica de América Latina o CEPAL, realiza frecuentemente proyecciones sobre la evolución de la población de todo el continente. La última revisión, realizada en el 2012, arroja datos más que interesantes para nuestro país.

La Cepal estipula que la población total del país para 2025 se encontrará en alrededor 45 millones de personas. No se prevén grandes movimientos migratorios como los que tuvo el país en el pasado. De todas formas, esta no es más que una hipótesis plausible. Las propias características de la migración, tan dependiente de los procesos políticos y económicos, hacen difícil presentar proyecciones con extrema exactitud. En este caso, se piensa que los cambios en la población se deberán a lo que se conoce como crecimiento vegetativo, es decir, la diferencia entre nacimientos y muertes en un período determinado. El crecimiento vegetativo de Argentina es cada vez menor, por lo que el crecimiento de la población también lo será. Si en 15 años la población aumentará en 5 millones, se deberán esperar 25 años para que vuelva a aumentar en esos valores. A partir de ese momento, la población argentina no hará otra cosa que disminuir. La Argentina, que actualmente tiene un peso relativo insignificante en el total de la población mundial –menos de 0,6%- , no dejará de tenerlo. Seguirá siendo un país, a nivel internacional, escasamente poblado. Esta situación indicaría que Argentina está terminando su transición demográfica. 

Según la teoría, todos los países cuentan, en sus inicios, con altos niveles de natalidad y mortalidad. Luego, y a medida en que aumenta el desarrollo, bajan los niveles de mortalidad y luego los de natalidad, lo que determina una población con un lento pero constante envejecimiento. Los países desarrollados de Europa ya se encuentran en esta fase, y Argentina no va a tardar en acompañarlos. La diferencia radica en que en Argentina, al igual que otros países en su situación, este proceso es mucho más veloz. En nuestro país, no sólo se producirán cambios en el tamaño de la población, sino también en su estructura interna y su dinámica.

El país trae un ritmo decreciente de nacimientos por mujer –pese a las críticas irracionales a las que estamos acostumbrados, del tipo “con la AUH las mujeres se embarazan para cobrar” o similares. Para mantener el nivel de la población estable, es necesario que cada mujer haya tenido un promedio de 2,1 hijos. Arriba de esa cifra la población crece, por debajo, disminuye. Argentina, para el período 2015-2020, ya se encontrará en ese límite. Algunos años después, bajará irremediablemente. 

En lo que respecta a la mortalidad, la esperanza de vida al nacer, que no es otra cosa que el promedio de edad que viven las personas, actualmente se encuentra en alrededor de 76 años y en 2025 será de 78,25. Si desglosamos los datos por sexo, actualmente los hombres cuentan con 74,4 años de promedio, mientras que las mujeres ya viven 82. Los hombres llegarán a vivir 80 años recién alrededor de 2075. Esa es otra característica de las sociedades que cumplieron su transición: la creciente feminización. Actualmente tenemos 95 hombres cada 100 mujeres, y la diferencia se acrecienta mientras mayor sea la edad. Pasa en todo el mundo, y todavía no hay consenso respecto a las causas, pero lo cierto es que las mujeres viven más que los hombres. En una sociedad que va envejeciendo, esta diferencia se hace mayor.  Una mayor proporción de adultos mayores, con un cada vez mayor nivel de educación, contará con un peso cada vez mayor en la sociedad. Un nuevo sector de consumo cada vez más importante. No sería de extrañar que en un par de años disminuyan paulatinamente los productos orientados a bebés y niños y crezcan los de este grupo etario. 

El proceso paulatino de envejecimiento de la población provoca que Argentina  tenga actualmente lo que se conoce como “bono demográfico”. ¿Qué significa?  El hecho de que disminuya el nivel de fecundidad, y por tanto haya menos niños y adolescentes, y que por otro lado, la cantidad de adultos mayores todavía no sea tan alta, provoca que el país tenga la mayor proporción de los últimos 50 años de personas potencialmente activas, es decir aquellas que tienen entre 15 y 59 años.  Esta masa de población en condiciones de trabajar y la baja incidencia relativa de las personas que no están en edad de hacerlo –y que dependen, para su manutención, de los activos- presenta un potencial de crecimiento único –el bono- , y  que no se debe desaprovechar. Entre 2015 y 2030, Argentina tendrá la mayor proporción de población activa. Luego de este momento, debido al crecimiento en las edades mayores –los menores de 15 años perderán cada vez mayor peso-, empezará a bajar. Además, esta población seguramente será una presión al sistema de seguridad social que, como es sabido, se financia con los salarios de los activos. 

Días atrás el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, explicó que el incremento en el índice de desocupación no implica destrucción de puestos, sino que más gente quiere trabajar. Es necesario también tener en cuenta este fenómeno, en la actualidad y a futuro, a fin de poder planificar políticas públicas que puedan aprovecharlo. 

Para resumir, Argentina está por finalizar su transición. Una sociedad cada vez más educada –debido al incremento progresivo de la educación formal- , pero también  con un creciente envejecimiento, con cada vez menos niños y cada vez más ancianos.  Este proceso es tan gradual como inevitable, por lo que tanto el sector privado como el público deben estar preparados para poder aprovecharlo. 

Cristian Silva
Analista de CECREDA

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