Notas de Opinión

La industria de los FCI: instrumento para el desarrollo económico

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En los últimos años la economía argentina mostró dificultades para lograr que el ahorro interno se canalizara en proyectos de inversión. A partir de 2006, quienes consiguieron obtener ahorros se refugiaron de forma creciente en la compra de bienes de consumo durables -lo que se vio muy claramente en la explosión en la compra de automóviles-, inmuebles y divisas, o, adelantaron planes de consumo, turismo y esparcimiento. A su vez, recientemente volvió a aparecer como un problema económico la fuga de divisas.

 

El ahorro en dólares compite con otras opciones, fundamentalmente porque es una suerte de seguro ante posibles crisis locales. Tras diversos sucesos con fuertes saltos cambiarios que ocurrieron en nuestro país a lo largo de su historia, la gimnasia desarrollada para ahorrar en dólares se fortificó. Sin embargo, durante los últimos años volvieron a dolarizarse carteras en un período de crecimiento y robustez económica, demostrando hasta qué punto ha escaseado la oferta de instrumentos que ofrecieran una alternativa para las decisiones de las personas y empresas. El acceso al ahorro se volvió más heterogéneo en los últimos años.

En este marco, aparecen alternativas viables en el mercado de capitales, que pueden contribuir eficientemente a la canalización del ahorro en inversiones productivas. Una de estas alternativas está en la apuesta a lograr un mayor desarrollo de la industria de Fondos Comunes de Inversión (FCI). Las experiencias en el mundo han sido exitosas en torno a los FCI y han demostrado contribuir a la profundización de los mercados financieros.

Los Fondos Comunes de Inversión son puestos en marcha por un agente que puede ser un banco u otra entidad financiera, el cual arma distintas carteras de inversión en función de los diferentes perfiles de riesgo y horizontes temporales de los inversores. Cada uno de estos fondos posee un nivel de riesgo y una retribución propia, que vienen dados  por los tipos de activo que posee. De esta forma, se suelen conformar el FCI de renta fija (basados en la compra de bonos públicos y privados), de renta variable (basados fundamentalmente en la compra de acciones), de renta mixta (que amplía su espectro a ambos tipos de inversión) y de mercado de dinero (que se centra en la colocación de plazos fijos y otros tipos de depósito bancario).

Los FCI tienen importantes ventajas respecto de otros instrumentos financieros. Los inversores ganan, entre otros aspectos, en variedad, liquidez, manejo del riesgo, seguridad y posibilidades de acceso. Las inversiones pueden hacerse efectivas rápidamente (en general en 48 horas), mucho más que un plazo fijo. Esto permite a empresas con alta rotación de capital tener posiciones de alta liquidez y rendimiento a la vez. Al mismo tiempo, el inversor gana en flexibilidad, ya que fácilmente puede moverse de fondo. También gana en economías de escala en información y en la optimización de la relación riesgo/beneficio ya que pone sus inversiones en manos de un equipo profesional.

En tanto, los emisores de activos ganan con el incremento generado sobre la demanda, a la vez que ven facilitada su salida al mercado de capitales y pagan una menor tasa de interés gracias a la securitización que promueve la industria de los FCI, sin la cual algunos activos serían demasiado riesgosos vendidos por separado.

El sistema financiero gana en profundidad, en reducción de costos de información, y logra un avance en la reducción del riesgo sistémico, ya que sus inversiones no están apalancadas, por lo que la generación de una pérdida no produce efectos dominó de gran escala. La mayor diversidad de opciones de inversión mejora la adaptación del ahorro a las necesidades de quienes requieren financiamiento, a un menor costo y con condiciones transparentes de cartera para el ahorrista.

El desarrollo de nuevas opciones de inversión para los ahorristas comunes permite no sólo un mejor calce entre ahorro e inversión, sino también abre posibilidades a las personas para realizar planes a largo plazo, que además les retribuyan un justo rendimiento por el dinero inmovilizado.

En suma: el fortalecimiento de los FCI permite completar la oferta de instrumentos de ahorro para: 1) personas de ingresos medios y bajos; 2) personas de ingresos medios-altos y 3) empresas. Como conclusión, contribuyen a democratizar el ahorro y generan competencia a los bancos.

Por otra parte, crean un mercado para ahorros que se pueden canalizar a la inversión productiva: por ejemplo, las obligaciones negociables, fideicomisos financieros o cheques de pago diferido que emitan las PyMEs pueden ser incluidos en los FCI, mientras que su venta por separado es más difícil y más costosa. En consecuencia, la industria de FCI contribuye a democratizar el financiamiento de las empresas.

En suma, el ahorro privado local sigue siendo uno de los factores críticos para el desarrollo económico. Los FCI son un instrumento apto para ayudar a resolver este cuello de botella.

Julián Hecker
Analista de Cecreda.

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