Notas de Opinión

La otra historia – Cuando el revisionismo puede molestarnos

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Días atrás se efectuó  otra de las tantas disputas que el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires instala en la comunidad educativa, en este caso, la currícula propuesta para los estudiantes de las escuelas secundarias correspondientes a Capital Federal.

 

Parece ser que con el propósito de desarrollar un plan es estudios que facilite una salida laboral más inmediata, plantearán materias opcionales como Historia y Geografía, las cuales van a ser reemplazadas por otras más afines con las necesidades inmediatas que tiene el adolescente para acceder a puestos de trabajo.

Aparentemente, el propósito –que como todo propósito parece loable- , al poner estas materias en posibilidad de ser opcionales (entiéndase, de ser elegidas o no), se las está situando en un orden secundario de importancia en su elección, y a su vez, obliga a los docentes a desarrollar un mayor nivel de creatividad para una capacitación de alumnado, que desde el vamos, cuenta con una preferencia diferente. Y se recurre al término aparente, porque detrás de estas razones políticas, como de costumbre, suelen ser secundadas por otras económicas, como proveedores de servicios de informativa, de contenidos, empresas editoriales, multimedios que lo auspician, y demás.

Pero todo esto no sería tan grave, si no se contradijera con la identidad del verdadero cambio  bajo el concepto político de llevar a 16 años la posibilidad de elegir a nuestros representantes, por lo cual se priva a esos futuros electores de conocer la verdadera historia, la de su país y de sus protagonistas.

Es importante destacar que en los contenidos que se les provea, por el soporte que fuere, y los que todavía sobre todo opten por Historia, cuenten con los diferentes enfoques, y que sepan tanto lo que hizo, Moreno y Alberdi, como Roca y Mitre, ¿o es que buscamos volver a alguna “historia oficial”, como la que venimos escuchando desde los 50?

Es importante que los adolescentes sepan que Roca no recorrió buena parte del desierto a caballo, sino en carroza; que San Martín cruzó los Andes en camilla y enfermo en buena parte de su recorrido y no a caballo; que Belgrano tenía una voz aflautada, pero no por eso se debía de dudar de sus dotes varoniles, sino todo lo contrario; que el plan de Mariano Moreno era tan revolucionario, que nunca se dio a conocer y él murió en alta mar en condiciones inciertas.

Será quizás que tenemos miedo a cuestionarnos y reconstruir nuestra propia historia, nuestros apenas, 200 años; cuando otros países con más siglos se la siguen cuestionando.

Pero lo que más preocupa en estas decisiones aparentemente “trasnochadas”, es que no cometamos errores parecidos a lo que ocurrió en materia de educación en la década del 90, cuando con un pensamiento “revolucionario” parecido, se eliminó de un “plumazo” años de formación y educación técnica, la que había nacido para abastecer de mano de obra a la floreciente industria argentina; claro que el trasfondo de esa decisión era que la industria argentina no iba a ser rentable, y el resto de esta decisión nefasta ya la conocemos.

Que casualidad, en esa oportunidad la decisión también tenia un fin loable, que era robotizar y sistematizar la industria y el comercio; pero 10 años después “descubrimos”, que no contábamos con mano de obra especializada y no teníamos quien o quienes la podían especializar. 

Esto es bastante parecido, queremos formar futuros dirigentes que integren los futuros cuadros políticos, pero no es importante si confunden a San Martín con Sarmiento, o Jujuy con Catamarca.

Sería inimaginable una trivia que deba responder alguno de estos futuros dirigentes bajo estas nuevas posibles metodologías.

Debemos subir la vara de exigencia de la formación educativa en lugar de bajarla y esperamos que las autoridades educativas, reflexionen sobre este particular.

 

Joaquín Desantis
Analista CECREDA

 

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