América Latina ha caído una vez más en su propia trampa. Luego de algo más de una década de Gobiernos Populares en la Región con integración hacia la mayor cantidad de personas y el desarrollo del mercado interno, se produce un nuevo ciclo en el Sur de nuestro continente con cambios gubernamentales y otros artilugios institucionales que dan el comienzo de Gobiernos con perfiles de libre mercado inclinados a las empresas.
Con la destitución de Dilma Rousseff de la Presidencia de Brasil (había sido apartada del cargo en Mayo) se pone fin a otro gobierno popular en la región. El Golpe Institucional en nuestro país vecino se da con el motivo de “maquillaje de las cuentas públicas y ocultamiento de déficit”.
Esta situación se suma a diversos hechos en América Latina que permiten observar un giro de políticas con mayor acercamiento y simpatía al libre mercado y liberalismo económico.
Es claro que en más de diez años la Región no pudo superar su dependencia de los recursos primarios. Durante la última década nuestros países tuvieron momentos de bonanza con altos precios de los recursos naturales e instauración de políticas productivas e inclusivas. Signos como la baja del desempleo y aumento del empleo, mejora del poder adquisitivo, inclusión social y acceso a bienes han generado un crecimiento económico en toda Latinoamérica. Este crecimiento provocó la mejora de las cuentas públicas, generación de superávits y aumentos de reservas. Pero luego de varios años y con la influencia de la crisis de Estados Unidos y la Unión Europea a partir del 2008; la mantención de diversas políticas se hizo más difícil. Es así que su costo e implementación llevo a que los distintos Gobiernos en por ejemplo Argentina, Bolivia, Brasil o Venezuela tuvieran que comenzar a enfrentarse cada vez más con los grupos dominantes generando una puja de intereses que no se observaba en décadas.
A su vez, los diversos Gobiernos y economías no aprendieron (o no pudieron) lecciones pasadas y acentuaron desequilibrios macroeconómicos propios de estructuras desequilibradas de producción dedicadas principalmente a la producción de commodities. Es por esto que en los últimos dos años se volvió a déficits públicos, crecimiento de la emisión monetaria, apreciaciones cambiarias con necesidades de devaluación y mayor descontento social.
Por su parte, no se observó el resurgimiento de nuevos líderes políticos capaces de acaparar los espacios que los anteriores estaban comenzando a dejar y que logren convocar a grandes grupos de personas.
Por más de diez años América Latina supo ser una de las estrellas del mundo con crecimiento económico e inclusión social pero sin superar su trampa de dependencia de los recursos naturales. Con todo, están surgiendo transformaciones sociales, políticas y económicas que más tienen que ver con políticas neoliberales anteriores que con desarrollismos inclusivos.
Mariano Uccellatore
Secretario General de CECREDA
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