Análisis y Desarrollo Político

La universidad pública es soberanía nacional

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Gracias a los resultados de las elecciones legislativas, la alianza de fuerzas Cambiemos ha visto reafirmada su gestión; hecho que le permite profundizar las medidas emprendidas tibiamente durante la primera mitad de gobierno. Esto se vio reflejado en el discurso del presidente Mauricio Macri, el pasado lunes; alocución que dio en el Centro Cultural Kirchner, frente a decenas de funcionarios, gobernadores, legisladores nacionales y figuras del poder judicial. Sus palabras se centraron en la presentación de un plan de reformas, basado en tres pilares: modificación de tributos, generación de empleo y profundización de las instituciones.

Aunque los tres focos son muy importantes y es deber de la sociedad civil analizarlos en detalle, examinaremos principalmente el primero: la reforma tributaria. Simplificando la realidad, se podría decir que el sistema impositivo debe cubrir los gastos del Estado. El problema se da cuando a esa simpleza numérica le agregamos el factor humano. Una infinita cantidad de necesidades no satisfechas deben serlo mediante una finita cantidad de dinero, ¿cómo ser eficiente y eficaz con el recurso limitado sin dejar a personas fuera del sistema?

En su discurso, Mauricio Macri citó ejemplos sobre el desmadre que realizan los funcionarios con los fondos que se les otorgan, entre ellos: el crecimiento de empleados en la Biblioteca del Congreso Nacional, la cantidad de asesores legislativos y las universidades.

Nos detendremos especialmente en el tema “universidades”. El Presidente afirmó «el número de universidades aumentó en promedio más del 30 por ciento pero la matrícula solo el 13 por ciento, son incrementos no tienen correlación con la tasa de graduación”. Este pedido de ajuste universitario entra en contradicción manifiesta con la frase de cierre de discurso: “sin distinciones ni privilegios, pero con oportunidades para todos”. 

Asimismo, trae amargas reminiscencias del discurso del 2001 de López Murphy, quien decía: “en cuanto a las universidades, éstas han recibido un aumento importante de recursos durante la última década, pasando de 919 millones en 1992 a 1744 millones en el año 2000. Este año, para acompañar el esfuerzo fiscal, las transferencias a las universidades del tesoro no podrán superar los 1440 millones de pesos.”

Ante todo, los resultados de un centro de estudios no debieran medirse únicamente a través de la tasa de graduación o matrícula. Los estudiantes pueden elegir migrar de una universidad a otra y no por eso varía la tasa de inscriptos; tampoco se debe tener una visión cortoplacista, una carrera de grado requiere de -mínimo- entre cuatro y cinco años, es decir, los claustros que han sido creados en los últimos años recién ahora están festejando sus primeros graduados. No vamos a negar la importancia de un título académico, pero ¿no es relevante, también, cultivar herramientas analíticas, para observar y examinar la realidad que nos rodea y, siendo críticos, intentar modificarla? Las universidades públicas no sólo dan un papel para colgar de una pared, las casas de estudios dan debate.

En fin, debemos recordar que las universidades públicas son sinónimo de oportunidades, se erigen como la puerta al conocimiento y a la mejora laboral de un sector que, si no existieran, no podrían acceder a la educación privada. Son desarrollo nacional. Son federalismo. Son soberanía nacional. Son pensamiento crítico. Como pueblo argentino no podemos ni debemos permitir un ajuste a nuestra soberanía y a las oportunidades de cientos de miles de jóvenes que optan cada día capacitarse y desarrollarse en el ámbito público. 

Gabriela Jan
Secretaria de Relaciones Institucionales

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