En el día de ayer, el Ministro de Economía y Finanzas Públicas, Axel Kicillof, disertó en el encuentro de Jóvenes Empresarios, con el fin de debatir los medios para alcanzar una Argentina Inclusiva, Industrial, Productiva y Sustentable.
Para lograrlo, Kicillof planteó cuatro aparentes disyuntivas de la economía, subyacentes en el discurso cotidiano de la posición, y heredadas del modelo neoliberal. La importancia de las mismas, yace en que tienden a distorsionar la compresión de la realidad y, aún peor, al basarse en un análisis errado, dificultarla dirección político-económica.
La primer disyuntiva es “Crecimiento vs Redistribución Social”. La teoría neoliberal entiende que lo principal es lograr el crecimiento económico, y sólo después, es posible pensar en la redistribución social, siendo este producto del equilibrio automático del mercado y el derrame desde las clases más altas hacia las más bajas. En contraposición, desde la perspectiva heterodoxa, la Redistribución Social se convierte en una herramienta para alcanzar el Crecimiento. Es decir, las políticas de redistribución, no sólo implican la inclusión como derecho, sino que también crea sujetos económicos, propulsores de la demanda agregada y ampliación del mercado interno. Por lo tanto, la demanda constante, genera un mercado sustentable y estable, donde el Estado puede operar.
Esta antinomia es traducida en la famosa frase “Gasto o Inversión”, al entender las políticas sociales (AUH, ampliación de la masa jubilatoria, Tarjeta Argenta, Progresar, etc) como gastos excesivos del Estado, que impulsan la suba de precios y por lo tanto, desincentivan la inversión. No obstante, los datos presentados, mostraron un consumo privado del -0,6%, e inversión de -5,7% en el período 1993-2003, contra un consumo del 6,6% e inversión del 11,2% entre el 2003 y el 2014. Esto quiere decir que no son variables excluyentes, ya que un mercado interno estable (incentivado por el “gasto” social) promueve un marco para la inversión, siendo dos caras de la misma moneda.
La segunda dicotomía es la de “Mercado Interno vs Mercado Externo”. En la actualidad, el marco opositor reclama la apertura económica y reducción de límites a la importación para que el individuo “pueda elegir qué producir y qué consumir”. La otra lectura de esta política, es la protección de la producción nacional en su mercado. La teoría heterodoxa ejercida por el Gobierno, entiende que la industria para consolidarse y exportar, primero debe transitar por el mercado interno, razón por la que es protegido. En este sentido en la última década las exportaciones de origen industrial han tenido un gran crecimiento.
Complementaria a esta disyuntiva, se presenta la tercera, “Agro vs Industria”. Si para la ortodoxia el objetivo de la apertura económica es el incremento de la “competitividad” entre los productos importados y nacionales, para evitar un mercado desequilibrado por protección de industrias ineficientes, para la heterodoxia, implica un proceso de desindustrialización. Paralelamente, la industria es vista como dependiente de las divisas generadas por las exportaciones del agro. En esto sentido, el Gobierno considera que dichos sectores son complementarios, ya que, si bien es cierto que la industria requiere de divisas para poder desarrollarse (las cuales provienen del agro), a la vez, el campo necesita industrializarse, incrementando cada vez más el valor agregado en las cadenas de elaboración de productos agropecuarios.
La cuarta falacia es “Crecer con Endeudamiento”. Nuestra historia está marcada está por el fuerte endeudamiento ocurrido desde la última dictadura hasta la crisis del 2001. La deuda tomada supuestamente se dirigía al crecimiento económico, pero en vez de invertir en infraestructura, se convirtió en una clara bicicleta financiera a merced de pocos, donde se tomaba deuda para pagar el vencimiento próximo, cayendo en espiral. La herencia de la deuda, y la dependencia económica de los acreedores, minó la autonomía política, subsumiéndose a las condiciones de éstos.
El endeudamiento muy lejos de ser una herramienta para el crecimiento, lo limita debido al desempleo que produce y a la política de desindustrialización que conlleva. De esta manera, datos presentados por el Ministro, evidencian que entre el 2003 al 2014, el país no accedió al mercado financiero a diferencia de otros países de la región, pero creció más que ellos.
En las propuestas políticas de la oposición, están presentes implícitas o explícitamente, las falacias explicadas. El objetivo de las mismas es forjar un escenario negativo que justifique el ajuste estructural ortodoxo que realizarán estos candidatos, una vez en el poder. Sin embargo, nuestra historia nos evidencia que esos caminos producen endeudamiento, desindustrialización, reprimarización de la economía, desempleo, y por lo tanto, crisis social. Entonces, es necesario combatir este discurso nocivo, y sustituirlo por otro que demuestre desde una perspectiva amplia e integrada que: crecimiento o redistribución, mercado interno o externo, industria o agro, no son principios excluyentes, sino que complementarios y retroalimentados, para el desarrollo de una Argentina inclusiva y sustentable.
Autora: María Constanza Moretti
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