Notas de Opinión

Los jóvenes y el empleo: sobre el Plan Progresar, las PyMES y el crecimiento del país

Pinterest LinkedIn Tumblr

El pasado 22 de enero, la Presidenta Cristina Fernández presentó en Casa de Gobierno los lineamientos generales de un nuevo programa denominado “Progresar”. El mismo consiste en una ayudad económica orientada a jóvenes que no estudian ni trabajan -un sector social más que relevante-, a fin de que puedan finalizar sus estudios o capacitarse para el mundo laboral.

En esta nota se analizarán algunas problemáticas de este grupo, sino de los jóvenes en general, tanto en el mundo como en la Argentina, y los desafíos que plantea al Estado y al mundo del trabajo.

El Plan Progresar presentado por el Gobierno Nacional en pasados días, consiste en una ayuda económica de $600 para aquellos jóvenes entre 18 y 24 años que no estudian ni trabajan – o al menos no se le depositan las cargas sociales y, por tanto, se puede suponer que se encuentran en una situación de vulnerabilidad laboral. Ello se realiza con el objetivo de que puedan finalizar sus estudios formales de cualquier nivel o realizar capacitaciones a fin de perfeccionarse y mejorar sus posibilidades de acceder en condiciones favorables al mercado laboral. Este Programa, llevado adelante por el Ministerio de Trabajo de la Nación y la Anses, también cuenta con el apoyo del Ministerio de Desarrollo Social, que ayudará al beneficiario a encontrar un jardín para sus hijos en caso de necesitarlo para poder participar.

A este grupo social se lo suele denominar, de forma un tanto peyorativa, como NiNi     –Ni estudia, Ni trabaja-, y en Argentina corresponden al casi 10% de la población de ese grupo de edad. Presenta desafíos, no sólo en nuestro país, sino en buena parte del mundo occidental, como veremos más adelante.

El problema del empleo joven es un fenómeno global. Una de las reglas básicas de la Sociología es que, si un fenómeno afecta a pocos sujetos, se pueden mencionar las características individuales de los mismos como explicación. En cambio, si afecta a una gran cantidad de personas con características similares, las causas se deben buscar en las condiciones sociales. El Estado en ese caso puede –y debe- intervenir.

En momentos de crisis económica, los jóvenes son uno de los grupos más vulnerables y quienes más sufren los efectos de la falta de empleo, ya que las empresas, ante el exceso de mano de obra, seleccionan personal con mayor experiencia. Nos encontramos en el terreno de las políticas de precarización laboral. Sin ir más lejos, en España, país que tiene especial importancia debido a las relaciones históricas y culturales que mantiene con nuestro país, la tasa de desocupación entre menores de 25 años es de más del 50%, valor que duplica la ya impresionante tasa de desocupación general. Es de remarcar que hace algunos años, el problema con el que contaba España era precisamente el de los que no estudiaban ni trabajaban –por propia voluntad-. Estos, al no buscar trabajo, no formaban parte del mercado laboral, y por tanto tampoco de la base que se utiliza para medir el empleo y el desempleo. Su problema es ahora otro, y más grave. 

El Estado promoviendo el empleo

En España, y en el resto de Europa, la solución para la crisis, originada en Estados Unidos y el viejo continente, pero que gracias a las virtudes de la globalización repercute en todo el mundo, es siempre la que dicta la ortodoxia liberal. Flexibilización laboral para estimular el empleo y ajuste fiscal para estimular las inversiones. Estas recetas han llevado al fracaso una y otra vez, pero como el neoliberalismo hace tiempo dejó de ser una explicación racional al mundo, sino que se ha convertido en casi en una fe religiosa que se basa en creencias y no en hechos, se sigue aplicando. 

En América Latina en general, y en Argentina en particular, la solución es diferente. En los últimos años el Estado ha dejado su rol pasivo para ocupase de promover activamente las condiciones para el crecimiento y el empleo. La economía no se deja librada a la decisión arbitraria del Mercado. Con el empleo joven, por caso, el Estado ha creado diversos programas, como el “Jóvenes con Más y Mejor Trabajo”, que promueve el empleo de jóvenes por parte de Pymes, y dónde parte de las cargas son abonadas por el fisco. Asimismo, ese plan establece mayores montos de ayuda en caso de que las contratadas sean mujeres embarazadas o con hijos, ya que se encuentran en una situación de desventaja originada no en sus capacidades, sino simplemente en las probabilidades de ser contratadas. El Estado nuevamente intenta corregir los defectos del Mercado. En la misma línea, se inscribe el Plan Progresar, que además tiene como beneficio el inyectar dinero en el circuito económico, orientado a sectores de bajos recursos, con lo que se asegura el dinamismo del consumo, lo que genera mayor trabajo y producción. Cuando en otros lugares del mundo la solución es achicamiento y retirada del Estado, en Argentina aparece un Estado más activo.

La Educación sigue siendo fundamental

Se suele pregonar que la educación –fundamentalmente la estatal – ya no es garantía de la obtención de un buen empleo y realización profesional. Está afirmación no se basa en hechos reales. Si bien es cierto que el mundo laboral cambia rápidamente, cualquier medición puede dar cuenta de una correlación directa entre el nivel educativo alcanzado y el nivel de ingresos. La educación sigue siendo fundamental. Por supuesto que existen casos individuales que salen de esta norma pero, como se dijo anteriormente, lo trascendente es la regla, no las excepciones. Es importante entonces que el Plan Progresar adopte esta línea. Y, al igual que con la AUH, es necesario presentar comprobantes de estudio para seguir formando parte del mismo.

El Boom demográfico y las posibilidades de la Argentina

Hay un dato que suele pasarse por alto cuando se habla de los jóvenes y el empleo. La Argentina se encuentra a las puertas de lo que se suele denominar Boom Demográfico. Es decir, en la transición demográfica que han venido atravesando todas las sociedades modernas sin excepción – disminución de la mortalidad seguida de disminución de la natalidad, lo que provoca el envejecimiento de la población- existe un momento donde la natalidad baja lo suficiente pero la población mayor todavía no es muy numerosa. En ese momento el mayor peso relativo lo tiene la población  potencialmente activa, es decir quienes se encuentran entre 14 y 65 años. La población menor y mayor a estas edades se considera no productiva –en términos económicos y de empleo- y por tanto dependen del resto para su bienestar. Si la población potencialmente activa es la más importante numéricamente y la carga económica de los niños y los ancianos no es muy fuerte, el país cuenta con enormes posibilidades de crecimiento y desarrollo, ya que una gran parte de su población se encuentra en condiciones de trabajar y producir. Sin embargo, para que esto suceda, es necesario garantizar condiciones para que estas personas puedan emplearse, no sólo para beneficio de ellas mismos, sino del país en su conjunto, que puede obtener un desarrollo definitivo que lo coloque en otro estadio.

Las Pymes y el empleo

Al igual que en el resto del mundo, quienes motorizan el empleo en nuestro país son las Pequeñas y Medianas Empresas. Las grandes empresas cuentan con recursos que permiten aumentar enormemente su productividad por unidad producida, lo que redunda en una menor necesidad de emplear. El Estado en los últimos años, reconociendo esta situación, se encuentra brindando su apoyo a las Pymes. De todas formas, respecto al empleo joven, las pymes enfrentan otros retos. Un caso particularmente difícil es cuando las Pymes otorgan su primer o primeros empleos a jóvenes, realizando fuertes esfuerzos económicos en su capacitación y aprendizaje. Sin embargo, una vez capacitado y profesionalizado el trabajador, el mismo es tentado por una gran empresa, que cuenta con mayores beneficios para ofrecerle. Ésta obtiene el recurso humano sin invertir en su capacitación, que fue realizada por una pequeña empresa que vio cómo esa inversión se transformó en pérdida. El Estado actúa para garantizar que las Pymes puedan retener mejor a quienes capacitan. 

Esta relación se da también entre países. Es muy habitual que un joven se capacite en una universidad argentina, y luego vaya a utilizar lo aprendido en otro lugar del mundo. Esta es una característica propia de la globalización, en la cual hay ciudades,       denominadas “ciudades globales”,  -las principales Nueva York, Londres y Tokio- que reciben a los talentos de todo el mundo. Para el país de origen, la inversión en educación también se traduce en pérdida, ya que no puede utilizar el conocimiento que generó. El Estado argentino cuenta con programas, como el de repatriación de científicos o el de generación de ingenieros, para saldar en parte esta característica propia del mundo moderno. 

En general, estas empresas que llevan los recursos a otros países, son las mismas que compiten con las pymes en nuestro país. Actualmente, se produce un nivel de concentración económica mundial inédito, donde cada vez menos empresas manejan una cada vez mayor porción del mercado. 

Otro rasgo diferencial entre estas Pymes y las grandes empresas transnacionales es que las primeras cuentan con un arraigo nacional. Es decir, producen y abastecen el mismo mercado donde se encuentran –o exportan, pero siempre tiene su base en el país-. En cambio, las multinacionales pueden vender en nuestro país, pero producir  -y emplear- en otro. Y en determinado caso, si las condiciones laborales no le son satisfactorias, se retiran a otro lugar, dejando desempleados a quienes trabajaban para ellos. Esta situación provoca, por ejemplo, que en los países asiáticos haya una especie de  competencia por ver quién ofrece las peores condiciones laborales, a fin de tentar la radicación de estas grandes empresas. 

Las Pymes son, nuevamente, garantes del trabajo y la producción nacional y, por tanto, es necesario defenderlas.

Cristian Silva
Analista de Cecreda

Write A Comment