La cuestión de la facilitar el acceso de recursos a los emprendedores es central y de ello depende en gran parte el éxito de numerosos emprendimientos. Este hecho cobra mayor relevancia si se considera que más del 50% del producto realizado en nuestro país proviene del sector PYME y el emprendedor es el alma de las pequeñas y medianas empresas. Promover una política estatal para brindar apoyo a los emprendedores es entonces un aspecto fundamental de toda política de desarrollo industrial en Argentina.
Todo emprendedor comienza con una idea, un proyecto, un esbozo de producto, un formato de negocio y la visión de una oportunidad. Y, especialmente, el deseo de transformar lo que en principio es una entelequia en una empresa real a partir de la cual poder transformar la realidad y su realidad.
Pero en este proceso, debe enfrentarse a algunas cuestiones fundamentales que, la mayoría de las veces, pueden convertirse en serias trabas que prolonguen, posterguen o hasta aborten el proyecto inicial.
En el momento en que el emprendedor cuenta ya con un plan comercial para dar tangibilidad y proyección a su idea, el primer escollo es la falta de un capital inicial y un financiamiento para los primeros meses del emprendimiento. En este sentido, existen hoy en día varios planes de financiación para PYMES y emprendedores, pero no es tarea sencilla asesorarse sobre ellos y pasar por todas las etapas requeridas para materializar la solicitud.
Suele suceder que uno, en calidad de emprendedor, recibe un mail con información sobre uno de los tantos programas de financiación que se otorgan desde los organismos públicos. En términos prácticos, uno ingresa a la web y se toma el tiempo para leer el manual, pero aun así todavía quedan dudas sobre si el programa se dirige al tipo de proyecto que uno tiene en mente.
Entonces solemos llamar por teléfono y nos dicen que asistamos a una charla informativa, para lo cual debemos solicitar lugar vía mail y esperar la confirmación del cupo. Acto seguido, nos llega un mail pidiéndonos completar un formulario sumamente extenso de leer (incluye por ejemplo una explicación sobre el modo de presentación del plan comercial y una extensa serie de informaciones). Muchos emprendedores no pueden hacerse el tiempo en sus labores cotidianas para acceder a la lectura de estos documentos, por lo que el proceso se interrumpe.
Si llegamos a soslayar esta etapa y conseguimos poner la empresa en marcha (estamos en la fase de implementación del proyecto), se presentan otra serie de aspectos que es necesario analizar con precaución.
Aquí el emprendedor necesita asesoramiento profesional en distintos temas: legal, contable, comercio exterior, por ejemplo. Pero en numerosas ocasiones, la información y el asesoramiento no se encuentra centralizado, sino que uno tiene que recurrir a diferentes dependencias públicas para lograr un asesoramiento integral acorde con las necesidades del emprendimiento.
Teniendo en cuenta que todo emprendimiento constituye una apuesta al crecimiento del país y, por lo tanto, se encuentra en línea con las políticas de desarrollo que implementa actualmente el Estado, con aportes a la producción nacional, la generación de puestos de trabajo, la exportación, es sumamente necesario y de mucha utilidad práctica que exista -o se difunda más ampliamente- una dependencia pública que reúna todas estas inquietudes que le pueden surgir a un emprendedor en las distintas etapas que atraviesa su emprendimiento para lograr un asesoramiento integral con la menor cantidad de trabas burocráticas posibles y acorde a los tiempos que el proceso requiere en cada caso.
Una política de centralización que logre un asesoramiento integral a los emprendedores es un paso fundamental para lograr un sector PYME aun más desarrollado que siga fomentando la producción nacional, la creación de valor agregado y de puestos de trabajo que consolide el desarrollo argentino.
Por Luciano Ricchio
Analista de CECREDA