El concepto de “Aula global” se puede explicar al menos de tres maneras. En primer lugar, se puede sostener dicho concepto en un sentido más formal al hacer referencia, por ejemplo, a iniciativas tales como el “Global Classrooms Model” de la ONU. Es decir, a modelos pensados y planificados teniendo en cuenta cierta homogeneización de la educación en aras del ideal del ciudadano global.
No es, sin embargo, este concepto de globalidad el que nos interesa. Fundamentalmente, nos concierne otra definición, una más caótica, menos pasible de regulación pública y más apta para ser encuadrada en ese orden evolutivo y espontáneo que sufren las sociedades cuando las roza el viento de la historia.
El alcance de dicha significación se puede explicar con un par de ejemplos de dos páginas webs: www.openculture.com. y www.coursera.org. Estos son sólo dos modelos de lo que se quiere mostrar. Ambos sitios ofrecen centenares de cursos de nivel universitario impartidos por las más prestigiosas Universidades del mundo. ¿Cómo funciona el sistema?. Es muy simple; uno se inscribe gratuitamente, sigue el curso con videos tutoriales y foros de discusión, realiza ejercicios y termina el curso con una evaluación determinada que, en caso de resultar satisfactoria, redunda en un certificado. Para que quede más claro, uno puede residir en el pueblo más alejado del NOA argentino y realizar un curso universitario, dialogar en un foro con un inglés, un sueco y un marroquí y obtener un certificado del MIT, entre otros.
Resulta interesante pensar qué relación plausible puede tener esto con la profundización de la democratización del conocimiento. Frecuentemente, en Filosofía se apela a experimentos mentales. En este punto, es menester también hacer un poco de Futurología. Imaginemos a un futuro empleador en la Buenos Aires del 2025 que recibe dos Currículums. Por un lado, determinado individuo con experiencia laboral y un título universitario de la Universidad X, y por otro lado, un sujeto determinado con experiencia laboral y 50 cursos certificados realizados en diferentes Universidades del mundo que se relacionan fuertemente con el trabajo a realizar. ¿Cuál es la diferencia? En este punto queremos desmitificar y problematizar la idea misma del título como un cuerpo cerrado de conocimientos y condición sine qua non para demostrar sabiduría, ya que el mundo del siglo XXI no es el mismo que el del siglo XII. En un universo en el cual la biblioteca física es reemplazada por un click en google, y la supremacía del catedrático por la capacidad de búsqueda de información del individuo que quiere aprender, debemos y necesitamos pensar todo de nuevo.
Dejando a un lado momentáneamente la megalomanía filosófica de los experimentos mentales, es necesario centrar ciertos experimentos llevados a cabo por Sugata Mitra con relación al autoaprendizaje. En este nuevo milenio, es más importante ocuparse del aprendizaje que de la enseñanza. Es necesario citar el video en donde el mismo Sugata Mitra lo explica (http://www.youtube.com/watch?v=-u2LX-ZKs5I). El autor muestra que el autoaprendizaje es posible si hay motivación y trabajo cooperativo. Uno de los resultados más interesantes de sus experimentos se puede observar en el siguiente ejemplo: En grupos de 2 o 3 frente a una notebook con acceso a Internet, a ciertos niños de unos 11 años se les preguntó: “¿Qué son los sueños?” y se dejó que consultaran en la Web. Sorprendente fue para los investigadores cómo algunos niños entusiasmados empezaban a hablar de Freud y Lacan luego de 40 minutos de búsqueda de información en la red.
Otro tema relevante es la necesidad de plantearse la capacidad de generar preguntas de los maestros / tutores, en vez de preguntarse por la capacidad de trasmitir información. En el 2013, es absolutamente imprescindible ver a ese maestro / tutor / coach como un motivador que sabe hacer las preguntas correctas. Más importante aún: ¿Cómo enseñar a los niños a preguntar? Si la información está a un click de distancia, ¿Cuál es la pregunta a realizar? Es decir, ¿Cuál va a ser la estrategia de delimitación de la búsqueda? Algunos ya están empezando a preguntarse seriamente sobre ese tema: (véase http://hepg.org/hel/article/507).
A esta altura, como ya habrá advertido el lector, nos enfrentamos a una tercera connotación del concepto “aula global”. Este espacio es Internet; hay que salir a buscar la información. Entonces, debe profundizarse una explicación un poco sobre la capacidad de búsqueda de información. Cabría preguntarse, entonces, para un tratamiento de la educación de este siglo, cuáles son los criterios culturales y sesgos cognitivos que guían la búsqueda de información. Existe una amplia gama de estudios con relación a esto. Hay quienes sostienen que la percepción de conveniencia y satisfacción y la economía cognitiva son elementos centrales a la hora de limitar la búsqueda de información (Connaway, Dickey & Radford 2011, Warwick et al 2009, Savolainen 2012), o la aversión al riesgo y la incertidumbre (Chowdhury 2011, Wakebe, Sato, Watamura, Takano 2012), e incluso la emoción (Yang & Khalor 2012). Otros, analizan las variables que los usuarios tienen en cuenta a la hora de evaluar la calidad de la información (Rieh, S. 2002, Berryman, 2008), o ponen acento en cómo las necesidades de los usuarios guían la búsqueda (Case, 2002). Interesantes estudios también han abordado la circunstancia especial de los países en vías de desarrollo (Dutta 2009), el aprendizaje colaborativo a través de la búsqueda de la información (Evans, Kairam & Pirolli 2010, Wen-Yu Lee & Tsai, 2011), y la aplicación de la búsqueda de información para la elaboración de proyectos (Savoleinen, 2012).
Sucintamente, se puede pensar en voz alta sobre el rol de las Universidades en la actualidad en el marco del aula global. Las academias universitarias deben ser centros de motivación para el aprendizaje, y sobre todo focalizarse en la investigación, en la práctica profesional del estudiante y en la vinculación con su entorno. En el mundo áulico globalizado, ya no es posible deliberar sobre estudiante como el receptor pasivo de alguien que tiene más saber. El acceso inmediato a la información tiende a la igualación, o al menos acorta la brecha entre el estudiante y el profesor.
Los ejemplos ya mencionado de los portales www.openculture.com y www.coursera.org presentan un desafío con relación a la soberanía intelectual. Como sociedad debemos empezar a pensar en dar la batalla global desde nuestra identidad cultural latinoamericana a través de la cooperación entre las Facultades y el dictado de cursos abiertos para todo el mundo, para salir al mundo a decir lo que tenemos que decir. Ese es el juego que debemos jugar.
Hemos arrojado un par de ideas desordenadas que sirven como motivadoras para pensar. Para todo lo demás, obviamente, existe la Internet.
Algunas cosas para seguir leyendo
- Connaway, L. S, Dickey, T.J, & Radford, M.L (2011). «If it is too inconvenient I’m not going after it:” Convenience as a critical factor in information-seeking behaviors. Library & Information science research 33 (3): 179-190.
- Warwick, C., Rimmer, J., Blandford, A.,Gow, J.Buchanan, G. (2009). Cognitive economy and satisficing in information seeking: A longitudinal study of undergraduate information behavior. Journal of the American Society for Information Science and Technology 60 (12): 2402-2415.
- Rieh, S. (2002).Judgment of information quality and cognitive authority in the Web. J. Am. Soc. Inf. Sci.53 (2): 145-161.
- Case, D. (2002). Looking for Information: A Survey of Research on Information Seeking, Needs, and Behavior. San Diego, CA: Academic Press.
- Savolainen, R. (2012). Approaching the motivators for information seeking: The viewpoint of attribution theories. Library & Information science research (en prensa).
- Dutta, R. (2009). Information needs and information-seeking behavior in developing countries: A review of the research. The International Information & Library Review 41 (1): 44-51.
- Chowdhury, S., Gibb, F.& Landoni, M. (2011). Uncertainty in information seeking and retrieval: A study in an academic environment. Information Processing & Management 47 (2): 157-175.
- Evans, B.,Kairam, S & Pirolli, P. (2010). Do your friends make you smarter?: An analysis of social strategies in online information seeking. 46 (6): 679-692.
- Wakebe, T., Sato, T., Watamura, E. Takano. (2012). Risk aversion in information seeking. Journal of cognitive Psychology 24 (2): 125-133.
- Yang, J., Kahlor, L. (2012). What, Me Worry? The Role of Affect in Information Seeking and Avoidance. Science communication. (En prensa)
- Wen-Yu Lee, S. , Tsai, C. (2011). Students’ perceptions of collaboration, self-regulated learning, and information seeking in the context of Internet-based learning and traditional learning. Computers in human behavior. 27 (2): 905-914.
- Savoleinen, R. (2012). Expectancy-value beliefs and information needs as motivators for task-based information seeking. Journal of documentation 68 (4): 492-511.
- Berryman, J. (2008). Judgements during information seeking: a naturalistic approach to understanding the assessment of enough information. Journal of information science 34 (2):196-206.