Economía

Primer semestre: recesión con frágil superávit en el comercio

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Informe oficial muestra indicios de primarización de exportaciones y revela fallidos los pronósticos de aluvión de importaciones. Varias de las medidas del actual gobierno estuvieron relacionadas con el sector externo: quita de retenciones, devaluación abrupta del tipo de cambio y cambios en el sistema de monitoreo de importaciones, entre las más importantes.

Por eso, el informe sobre el Intercambio Comercial del INDEC deja varios puntos para el análisis de los efectos que tuvieron aquellas.

El organismo oficial estimó para los primeros seis meses de 2016 un superávit de 479 millones de dólares. La expectativa oficial de una revolución productiva en el campo no alcanzó para conseguir un resultado abultado en el comercio. En la vuelta al superávit en el primer semestre, luego del extravío de este en 2015, impactó de forma decisiva la ganancia por términos de intercambio que hubo en el período, es decir, si en este se hubiesen registrando los mismos precios que en los primeros meses del año pasado, el saldo comercial hubiese sido deficitario.

Las exportaciones se retrajeron un 2,6% y las importaciones lo hicieron un 5,8%. Un actor relevante que jugó en ambos guarismos fue la reducción de los valores de los Combustibles y energía. Considerando solo las exportaciones, otra caída importante fue la de las manufacturas de origen industrial (MOI); y por el lado de las importaciones se destacó el aumento del rubro Vehículos automotores de pasajeros.

Analizando las cantidades vemos que las exportaciones aumentaron 8% y las importaciones un 9%. Podemos inferir entonces, que las medidas ejecutadas tuvieron efectos en el aumento de las cantidades de los productos primarios y en las Manufacturas de Origen Agropecuario, pero acentuaron la heterogeneidad productiva al registrarse un derrumbe de las MOI, afectadas por la suba de costos. 

Si bien los gobiernos kirchneristas no lograron cambios manifiestos en la estructura exportadora que habían heredado, las modificaciones de la gestión PRO pueden conllevar los riesgos de primarizar exportaciones, al impactar sobre la competitividad de la industria. Y esto es crítico debido a que, en general, las actividades “conocimiento intensivas” ya parten desde un peso bajo en una estructura productiva dominada por los segmentos poco dinámicos, en lo que a tecnología se refiere, de las distintas cadenas productivas.

Las compras al exterior, por su parte, ascendieron por el impacto de mayores importaciones de bienes de consumo semiduraderos y alimentos y bebidas para el hogar. Sin embargo, no se dio el aluvión de importaciones que muchos temían. Según Garcia Corado, gerente de Outland Logistics, esto tiene sus motivos en que muchos importadores, antes de la devaluación, se sobre stockearon; la retracción del consumo y un tipo de cambio superior jugaron en el mismo sentido.

Separando por zonas económicas, vemos que tanto con el Mercosur, como con China y el NAFTA nuestro país tuvo importantes déficits; que se vieron compensados por el superávit logrado con la ASEAN y otros destinos aún más exóticos como India, Medio Oriente, Magreb y Egipto. 

Las perspectivas no son alentadoras. Si bien la gigante depresión de Brasil es un motivo importante, está lejos de ser el único que explique la caída de las exportaciones industriales. Además, el economista Mariano Kestelboim señala que se produjo una pérdida del 70 por ciento de las ganancias en competitividad que había generado la devaluación de diciembre pasado, y que el tipo de cambio real multilateral, medido por el Banco Central, converge al pico máximo de atraso de la posconvertibilidad, registrado a fines de 2013. Para completar el panorama, las posibles presiones de apreciación de la moneda, fruto de un exitoso blanqueo, podrían complicar la situación del comercio en el segundo semestre.

Por Pablo Añes

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